lunes, 3 de octubre de 2011

Dirigente estudiantil chileno reivindica protestas por cambio social.

Cristobal Lagos, secretario general de la FECH presente en la ciudad de Quito.


Explicó su estancia en esta capital como parte de una campaña para generar presión internacional sobre el gobierno de Chile



(PL).- Los estudiantes tratamos este año de constituirnos como actor social y reivindicar una educación pública gratuita de calidad, afirmó Cristóbal Lagos, secretario general de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), durante su estadía en Quito.
En entrevista con Prensa Latina, explicó su estancia en esta capital como parte de una campaña para generar presión internacional sobre el gobierno de Chile, porque la represión a las protestas ha ido aumentando mucho y es muy violenta.

Han muerto ya dos estudiantes secundarios de 14 y 15 años a manos de carabineros, tenemos unos 20 estudiantes secundarios, menores de edad, en una prolongada huelga de hambre, con graves afectaciones a su salud, y se están persiguiendo dirigentes, afirmó.

Al considerar necesario el apoyo internacional ante la violación de los derechos en Chile, el dirigente universitario estimó que el gobierno de ese país va en una dirección y el resto de Latino américa en otra.

Ya la derecha mostró su cara, y diputados, alcaldes, intendentes y partidos políticos sacaron su faceta pinochetista, denunció.

Llevamos cuatro meses y medio de movilizaciones, dijo Lagos, y el gobierno no ha manifestado mucho interés en resolver el conflicto, los temas de fondo, y la gran diferencia es que ha salido a defender que la educación es un bien de consumo.

El presidente de Chile, Sebastián  Piñera, dijo en su discurso que quien entra a estudiar es porque quiere ganar dinero y por tanto tiene que pagar, y expresó que es rentable estudiar hoy día en Chile y por eso existe el crédito del Estado, citó el dirigente universitario.

Hemos salido a explicar a la ciudadanía nuestras demandas y recibido mucho apoyo, señaló Lagos al citar recientes encuestas que estiman en 90 por ciento el respaldo de que la educación es un derecho social y el Estado tiene que asegurar la educación pública.

Asegurarla, recalcó, por medio de un sistema que sea público, gratuito, de calidad y estatal, porque así no tiene intereses de otros grupos privados.

Lamentablemente, afirmó, por las diferencias que hay en Chile, a los nacidos en sectores más pobres o vulnerables les resulta difícil llegar a la universidad y todos debemos tener las mismas oportunidades.

El gobierno tenía un proyecto bien armado, comentó, y lo reveló el subsecretario de educación superior en junio del 2010 cuando dijo que su agenda es, básicamente, concebir la educación a ese nivel como un mercado imperfecto al que hay que mejorar.

La forma de hacerlo, según el gobierno, es con más información, no mucha regulación y subsidio a la gente que tiene menos acceso mediante becas.

Nosotros, los estudiantes, estamos presionados por el factor que implica perder el semestre y los secundarios están a las puertas de perder el año. En la universidad eso se complica mucho porque es mucha plata la que se perdería, subrayó.

Al repetir un año, explicó, habría que pagar de nuevo el curso y estamos hablando de entre cuatro mil a ocho mil dólares por año en una carrera promedio, sea pública o privada por igual.

Mientras el sueldo mínimo en Chile son 300 dólares mensuales, las universidades cobran de 500 a 800 dólares mensuales y la única forma de pagarlo es mediante la firma del crédito estatal Conaval, con un seis por ciento de interés anual, enfatizó.

Después que un estudiante se gradúa pasa 20 años como promedio para pagar el crédito, que se convierte en una condena terrible porque en varias carreras significa el 60 por ciento del sueldo durante dos décadas para pagar lo que estudió.

Y eso, aclaró, bajo dos axiomas que no se cumplen. Uno es que termine la carrera, que en Chile el 40 por ciento de los estudiantes no lo logra y en los tres primeros quintiles la deserción es gigante y aumenta al 70 por ciento.

El otro axioma, dijo Lagos, es que logre una vez graduado trabajar en lo que estudió, cuando el 50 por ciento de los egresados de una carrera no consiguen un trabajo afín a su formación.

Pero en ambos casos, subrayó, hay una constante: todos tienen que pagar el crédito estatal Conaval.

Las reivindicaciones estudiantiles comenzaron hace 10 años y el 2006 fue la última movilización exitosa con estudiantes de secundaria, recordó, aunque dijo no se lograron muchas cosas y cinco años después volvemos a levantarla.

En el éxito actual de la movilización, ironizó, hay que agradecer mucha ayuda del gobierno, por la cantidad impresionante de errores que ha cometido y el aumento de la represión como si estuviéramos en dictadura de nuevo.

Este es el primer año en que sale una generación completa que estudió cinco años en la universidad con crédito Conaval, dijo, y la gente está sintiendo en el bolsillo lo que significa haberlo tomado, más caro que para comprar una casa.

Un rector, comentó, decía que hoy era más rentable vender su casa para pagar la carrera y pedir un crédito para comprar otra casa, pues tienen una tasa de interés inferior al crédito Conaval del Estado.

Eso ha motivado que la gente salga a la calle, unido al aumento de la represión por parte del gobierno y la amenaza del Ejecutivo de quitar las becas, lo cual significaría para muchos estudiantes irse de la universidad, alertó el dirigente de la FECH.

Presionados por esto entramos en la mesa de negociación sin dejar la movilización, acotó Lagos, y esperamos ganar ciertas cosas pero a corto plazo, porque la pelea va a seguir y supera el tema educacional, pues se están sumando ya otros factores.

El tema de la salud ya es inminente, así como la previsión social, y hay protestas también por temas ambientalistas, dijo.

Ya hemos ganado en reivindicar las protestas. En Chile hace tiempo las protestas eran mal miradas por la misma ciudadanía que hoy sale a las calles, con sus familias, y hacemos encuentros en los parques con medio millón de personas para luchar por algo justo, recalcó.

También, agregó Lagos, hemos ganado en organización, no sólo la estudiantil sino también la de los trabajadores y sindicatos.

La protesta social este año, afirmó, fue la punta de lanza de la movilización ciudadana en Chile en la búsqueda final de más democracia y por cambiar la Constitución, que es la misma que dejó Augusto Pinochet y no representa el sentir de los chilenos.

La gente está aburrida de leyes que llevan 20, 30 años, dijo, que son injustas, generan desigualdad, segmentación, frustración y esclavitud de las débitos, en el país donde la deuda percápita es mayor, remarcó el líder juvenil.

Las protestas estudiantiles van mucho más allá de reivindicaciones económicas y apuntan hacia reivindicaciones sociales, desde el punto de vista, aclaró, de que queremos participar en las decisiones sobre el futuro de Chile y de cambios para construir un país distinto.

Un país, precisó, donde los ciudadanos sean importantes y tengan prioridad en las políticas sociales que ahora las hacen los "expertos".

Nosotros somos la generación de 1988, cuando se hizo el Plebiscito, concluyó Lagos , y sí creo que tenemos mucho que decir, porque es una juventud que no tiene miedo como las anteriores, no vivió la represión, la muerte, y no teme salir a decir lo que piensa.